del Barco, Oscar
Juan L. Ortiz - Poesía y ética - 2° ed. Córdoba: Alción Editora, 2015.
126 p.; 14.5 x 20.5 cm.
ISBN 978-987-646-369-0
Ensayo literario. Colección Contraluz
CDD A864
Colección Contraluz:
De la poesía y de la mística, de la música y la pintura, sólo es posible hablar a contraluz, intentando facilitar el espacio donde se manifiestan. La palabra, así, como acontecimiento y para el acontecimiento, que es indecible y, al mismo tiempo, llama como en un ruego, el decir. Una colección del imposible decir, del querer decir –que siempre falla– lo indecible. Menos, incluso. Un rodeo, un acercamiento, una dirección hacia nada, un ir a ninguna parte. El solo ir. Un puro espacio, sin red. La nece-saria caída del pensamiento. Los ensayos de Contraluz buscarán ser eso: ver contra la luz, el perfil, la elección, la huida, el desfa-llecimiento, lo más débil de lo débil, la recepción piadosa, amorosa, donde la "obra" destella mostrándose.
Datos de autor:
Juan L. Ortiz (1896-1978). Publicó El agua y la noche (1933); El alba sube (1937); El ángel inclinado (1938); La rama hacia el este (1940); El álamo y el viento (1947); El aire conmovido (1949); La mano infinita (1951); El alma y la colinas (1956); De las raíces y del cielo (1958). Todos estos libros, además de El junco y la corriente, El Gualeguay y La orilla que se abisma, fueron publicados por la editorial Biblioteca, Rosario, 1970, en tres tomos, con un prólogo de Hugo Gola, bajo el título de En el aura del sauce. En 1996 la Universidad Nacional del Litoral publicó, en un solo volumen, la obra completa al cuidado de Sergio Delgado.
Oscar del Barco ha publicado un libro de relatos: Memoria de aventura metafísica; libros de poesía entre los que mencionamos: Variaciones sobre un viejo tema; Infierno; Elegía; poco-pobre-nada; tú-él; dijo (primera y segunda parte); espera la piedra; sin nombre; diario y los libros de ensayo La intemperie sin fin; El abandono de las palabras y Exceso y donación.
Contratapa:
La poesía de Juan L. Ortiz implica una dimensión ética de acercamiento de lo sagrado, no como algo externo y añadido sino en su mayor proximidad. Una poesía abierta, en su interior humano y terrestre, a la trascendencia. Inmanencia y trascendencia implicadas en lo mismo, apareciendo una en la otra, como otra y como ella. Este es el prodigio de la poesía brindando el ser que somos, allí donde recibimos los dones del amor, de la piedad y la belleza que sumen el espíritu en un tránsito efusivo. A más de cien años de su nacimiento se vuelve cada vez más urgente entrar, en común, en la edad de la poesía de Juan L. Ortiz, pensándolo, en nuestro ser íntimo, como el advenimiento de una gracia.