Maeterlinck, Maurice
Invernaderos. Edición bilingüe - 1a edición - Córdoba: Alción Editora, 2021.
101 p.; 14.5 x 20.5 cm.
Traducción, prefacio y notas: Adrián Bollini
ISBN : 978-987-646-948-7
1. Poesía belga 1. Bollini, Adrián trad. II. Título
CDD 843
Datos de autor:
Maurice Maeterlinck (Gante, 29 de agosto de 1862 - Niza, 5 de mayo de 1949), dramaturgo, ensayista y poeta. Considerado -junto a Georges Rodenbach y Émile Verhaeren- una de las figuras predominantes del simbolismo belga en lengua francesa. Sus primeros trabajos aparecieron en la revista La Jeune Belgique. Tradujo a Shakespeare, a Ruysbroeck y a Novalis. Entre sus incursiones en el teatro destacan L'intruse (1890), Les Aveugles (1890), Pelléas et Mélisande (1892), que inspiró la ópera homónima de Debussy y un poema sinfónico de Schönberg, y L'Oiseau bleu (1908); en el terreno del ensayo, Le Trésor des humbles (1896) y L'intelligence des fleurs (1907).
Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1911. Si bien es mayormente conocido como dramaturgo y ensayista, publicó los libros de poesía Serres chaudes (1889) y Quinze chansons (1900).
Contratapa:
A los veintisiete años de edad, y casi decidido a canalizar su instinto poético en la arena del teatro y el ensayo, territorio en el que fue reconocido y celebrado, Maurice Maeterlinck regaló a los lectores de poesía una obra acuática e inestable como el sueño, una obra insistente como una plegaria; un universo, en suma, solo visible a través de un muro de cristales empañados.
Algunos podrán decir que esta obra admite poemas superfluos y que en las piezas más breves recae en la alegoría. Todo esto probablemente sea cierto. Pero no es menos cierto que su estilo abrió una puerta a un nuevo espacio -cuyas extensiones exploraron obras diversas como la de Trakl o la de Apollinaire- y que sus eventuales debilidades no llegan a opacar el fulgor de sus logros. Invernaderos es, sin lugar a dudas, un libro singularísimo y quizá una de las primeras aplicaciones exitosas del verso libre; es un cofre de sortilegios, un bosque quimérico habitado por esos fantasmas que en ocasiones engendran la fiebre y el hastío. Y creo que aún hoy es capaz de enseñarnos que el poder de un símbolo radica, curiosamente, en su indeterminación.
Adrián Bollini