Datos de autora
Marcela Rosales
(Córdoba-La Pampa). Licenciada en Filosofía y Doctora en Ciencia Política (UNC). Escritora, docente e investigadora. Miembro del Comité Académico de la Editorial EDICEA del Centro de Estudios Avanzados, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Córdoba. Miembro del Consejo Editorial de la Revista “Palabras de Poeta” (Babel-Reflet des Lettres). Integrante de los Grupos de Poesía y Narrativa “Todos los Nombres” y “Socias del desierto”.
Libros de poesía publicados: Versos como naves (EDUCC, 2005), Con tu pie desnudo (Alción, 2008), Ciudad de huecos (Alción, 2011), Diesis (Alción, 2017). Antologías: Parera 110 años (Secretaría de Cultura de Parera, La Pampa, 2007), Palabras de Poeta (Babel, 2013), Los Miserables (Otros) (Alción, 2013), Luna de Pájaros (El Mensú, 2014), Incendiados (Alción, 2015), Perdurar en la palabra (El Mensú, 2016), San Juan En-Pluma (2018), Antología Federal de Poesía, región Centro (CFI, 2018), XIX Encuentro de Poetas (Cosquín, 2020), Antología Internacional “Poesía Fusión” Contra molinos de viento (Subsecretaría de Turismo, Cultura y Deportes de San Luis, Provincia de San Luis, 2020).
Contratapa:
Siguiendo “la huella de un silencio”, los poemas de este libro se proponen “escuchar la mínima extensión de lo que calla”, un “mutismo inapresable”. Como en la fuga, hay un tema principal, punto de partida. En este caso una imagen potente, que inventa el espacio del poema, su dominio de agua oscura. “Bocapez” lo denomina la autora. Como en la fuga musical, también aquí la exploración ensaya modos diversos en tonos y climas: en los primeros poemas, por afinidades de sonido, de imagen o concepto, las formas de su paisaje interior emergen, devolviendo un tipo de realidad sin tiempo, detenida, hecha de retazos, pronta a licuarse. Migas, astillas, “edificios demolidos -o inconclusos”; figuras sin rostro (“los sin-sombra”, “seres a la intemperie”, “caminantes de la noche”) son las sílabas que se articulan en un conato de sentido -con minúscula-, vislumbrado como en los sueños: evasivo. Luego, la sustancia de su universo imaginativo se especifica en situaciones: un recuerdo, una mota de experiencia, que en un despliegue de mínima narración se escande en otro ritmo; el aliento del verso se expande. De uno de estos poemas surge el título del libro: un fragmento de enunciado en el que lo inasible se concentra en un punto de dolor: “me arden los ojos en el silencio/de enero”.
El conjunto delata un afán constructor -evidente en la articulación del epígrafe que dialoga con cada poema, en la organización del material, en la disposición tipográfica de algunos versos-, manera sugestiva y eficaz de intentar asir lo que se da por partes, en ráfagas o “ramalazos”.
Elisa Molina