Herrera, Ricardo H.
Solsticio de verano. - 1ª ed. - Córdoba : Alción Editora, 2024.
101 p.; 14.5 x 20.5
ISBN 978-631-6583-18-5
1. Poesía Argentina. I. Título
CDD A861
Datos de autor:
Ricardo H. Herrera (Buenos Aires, 1949), poeta, ensayista, traductor, editor. Dirigió la revista Hablar de Poesía desde 1999 a 2017.
Solsticio de verano se inscribe en su manera tardía, iniciada con Herrera el Viejo (2020); Lady Macbeth (2021); Almuerzo en Traslasierra (2021); Caligrafías (2021); Tras la tormenta (2022) y Grupo de familia (2023). Su poesía anterior está reunida en Obra en verso: 1985-2017 (2017). La editorial española Pre-textos publicó dos libros suyos: El espíritu del páramo. Antología 1977-2007) y La última nostalgia (2016).
Complementarios a sus libros de poesía son sus cuadernos de traducciones y ensayos breves: Stabat nuda Aestas (1983); Copia, imitación, manera (1998); Instantes italianos (2008), Secreto del poeta (2010); A la busca de la poesía perdida (2010); y En tristia hilaris (2022).
Su obra de crítica literaria está reunida en los libros La ilusión de las formas (1988); La hora epigonal (1991); Espera de la poesía (1996); Lo entrañable (2008); A los antiguos lobos de las musas ((2012); Qué importa la poesía (20216) y Ensayos de amistad (2021).
Contraatapa:
Ya que en primera instancia la poesía se alimenta de poesía, sin darle excesivo peso o creerlo determinante, viene al caso recordar que mis primeras lecturas adolescentes fueron de literatura gauchesca: obras de Hidalgo, Ascasubi y Hernández. Pero también, junto a ellos, siguiendo la línea, Lugones con sus Romances de Río Seco y Borges con sus milongas de Para las seis cuerdas, publicadas cuando yo tenía dieciséis años. Me atraía la frescura de la música verbal, la fluidez narrativa de la versificación. Esa experiencia quedó sepultada por infinitas lecturas de otra índole a lo largo de más de medio siglo; pero ahora, al preludiar este verano, de un modo no premeditado sino reflejo, creo haber rozado por momentos la desenvoltura de aquella musicalidad al escribir este libro que de gauchesco no tiene nada, aunque intenta emparentarse con la eufonía del cantar reflexivo, a veces irónico, en general conciliador. Tanteos ensayísticos y tonadas rústicas pues, sin que falte la espina clavada en la carne y un reiterado reencuentro con todo lo que me dio argumento para estimular la inspiración y continuar escribiendo poesía, siempre con gratitud por el don, ya sea que este provenga de viejas lecturas o de una oculta y favorable deidad.