Autor: Gola Hugo ISBN: 978-987-1359-66-0 Cant de Páginas: 133 Tapa: Medidas: 21x14
Hugo Gola nació en Pilar, provincia de Santa Fe, Argentina, en 1927, y vive en México desde 1976. Su obra poética está reunida en Jugar con fuego, Poemas 1956-1984 (Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, Argentina). En El poeta y su trabajo II, III y IV (Universidad Autónoma de Puebla, 1983-1985) recogió algunos de los más importantes documentos de la poesía contemporánea. Es autor, además, de una Antología de literatura para jóvenes (Universidad Iberoamericana, 1984). Ha traducido Pavese, Valéry, Reverdy, Bachelard y Michaux, entre otros. En 1990 fundó la revista Poesía y Poética.
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La lúcida rutina que Hugo Gola ha sostenido a lo largo de los años con los poetas y con la poesía, deja estas Prosas como si fueran restos después de un banquete o una celebración íntima. No parecen, sin embargo, tratarse de anotaciones tomadas en el camino sino más tarde, pues trasuntan un asombro distante y un cansancio, ese cansancio melancólico que sigue a la fiesta más que al trabajo. Asombro único ante el misterio de la poesía, de que haya poesía y palabras sumidas en el silencio y el “no decir”, inmóviles “como un animal estático, que sólo por la respiración sabemos que está vivo”. Al igual que un niño recoge pequeños objetos que otros han dejado caer para alguna vez hacer algo con todo ello, Hugo Gola se demora en frases, versos, rastros de lenguaje que llevan a ninguna parte, para componer un coloquio encantado y balbuciente con William Carlos Williams, Kavafis, Celan, Mandelstam, Gombrowicz, Pavese, Conrad, John Donne, Wallace Stevens, Valèry, Brancusi, Boulez..., trama de predilecciones que acaso esconde un secreto, una figura en el tapiz. Aunque otras veces todo parece girar en torno a una experiencia de la lengua que se presenta diáfana y se dice, insistente, con voces propias o ajenas: “siempre ha sido mayor el poder del sonido que el poder del sentido”.
En alguna parte, Juan José Saer se ha referido a la poesía de Hugo Gola como un “sobresalto viviente del idioma”. En las prosas que forman este libro nada nos sobresalta; nos introducimos en su lectura como si se tratara de una tranquila conversación sobre todas las cosas: el paso del tiempo, la serenidad última de Juanele Ortiz, una comunidad de bosquimanos, o el poeta y su trabajo.
Diego Tatián