Autor: Valery Paul
ISBN: 978-987-646-604-2
Cant de Páginas: 122
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Gregory Corso. Poeta (Nueva York, 1930- Robbinsdale, Minnesota, 2001; EEUU). En vida publicó: Gasoline (1958, prologado por Allen Ginsberg y dedicado a "los ángeles de la prisión quienes a mis diecisiete años me entregaron desde las celdas que rodeaban la mía, libros que me iluminaron."). Le siguieron: The Happy Birthday of Death (1960); Minutes to Go (1960; poesía visual en colaboración con William S. Burroughs, Sinclair Beiles y Brion Gysin); The American Express (1961, su única novela); Long Live Man (1962); Elegiac Feelings American (1970); The Night Last Night was at its Nightest (1972); Earth Egg (1974); Herald of the Autochthonic Spirit (1981); Mind Field (1989); Mindfield: New and Selected Poems (1989).
Fue un auténtico bohemio, antiacadémico, un poeta para poetas. Sobrevivió realizando tareas diversas, dependiente en una florería, vendedor de biblias, dando ocasionales cursos de escritura creativa, recitando sus poemas, sus derechos de autor y fundamentalmente de la generosidad de sus amigos, entre ellos Francis Ford Co-ppola que le pidió que hiciera un cameo en el Padrino III. En "Llegando al poema" declara: “He vivido por la benevolencia de judíos y muchachas/ no tengo posesiones /y nada me ha de faltar…” (por judíos léase Allen Ginsberg).
Sus restos, cumpliendo con sus últimos deseos, fueron trasladados a Roma y depositados en el "Cimitero Acattolico" junto a las tumbas de Keats y Shelley.
Contratapa:
En el prólogo de este volumen, el traductor Esteban Moore, anota, entre otras cosas: “Las ácidas opiniones de Corso sobre el medio poético, su incorrección política y su exacerbado autodidactismo, la obsesión de leerlo todo -producto de un escritor que no tuvo una educación formal- y su rotundo antiacademicismo, fueron en gran parte los motivos por los cuales los poetas profesores que administran la industria de los programas de escritura en las universidades norteamericanas, excluyeran su obra de la currícula. Esto no solo restaría lectores, sino que dificultó la reedición de su obra, y lo que es más importante, indujo a los antologos a prescindir de su nombre, y a los jurados de los distintos premios literarios, a convertirlo, como sostuvo Allen Ginsberg, en el poeta ‘menos premiado de nuestro tiempo’.”
Estas razones bastarían para proponer la edición de un libro, pero en Corso hay, además, la suficiente grandeza poética para dar la necesaria continuidad al espíritu formidable que embarcó a toda la genera-ción beat, como se la conoce, a desarrollar con su escritura una especie de gran manifiesto de rebeldía, imprescindible en el mundo del arte.