Autor: García Carlos
ISBN: 978-987-646-751-3
Cant de Páginas: 381
Tapa:
Medidas: 23 X 16
El provocador título elegido por Carlos García, Borges, mal lector, reproduce el de uno de los 36 trabajos incluidos en este volumen, ordenados del modo siguiente: 32 textos dedicados a Borges, 3 a su hermana Norah y 1 a su padre Jorge Guillermo; al final, se registran cronológicamente las publicaciones del autor, 24 títulos de libros y el plan de 8 Cuadernos de Hamburgo, recopilación de trabajos dispersos (Madrid, Albert editor); se cuenta pues, con un inventario del amplio espectro temático tratado por el autor. El texto aludido, Borges, mal lector (2011), es una conferencia escrita para las Jornadas Internacionales “Borges lector”, organizadas por la Biblioteca Nacional, leído con variantes en la Universidad Complutense (Madrid), en la UBA (Buenos Aires) y en Córdoba (UNC), se publica una versión modificada en marzo de 2018. El planteo adopta cuatro ejes interpretativos: 1) Mal lector por error; 2) Mal lector intencional 3) Mal lector falso y 4) Borges, el mejor mal lector. Tal estrategia le permite desplegar el equívoco del traductor, las audaces operaciones de despistes oscilantes entre real y ficcional, mixtura de datos ciertos, fraguados y dudosos, propios de la maestría de Borges en la creación de universos paradójicos e inquietantes, y finalmente, calificarlo de “lector fuerte”, manipulador de textos “ajenos” atento a sus propios deseos y fines literarios en franco desafío a lo apócrifo y a ciertos señalamientos de plagio. Claro está para cualquier especialista que hablar de “Borges lector” es un tópico reconocido, no obstante me parece atinado acudir a Piglia (otro eximio lector), quien en su libro El último lector (2005), procura definir a Borges, lector por antonomasia, aduciendo: “Un lector es también el que lee mal, distorsiona, percibe confusamente.” (19) y más adelante remata: “Por eso, una de las claves de ese lector inventado por Borges es la libertad en el uso de los textos, la disposición a leer según su interés y su necesidad. Cierta arbitrariedad, cierta inclinación deliberada a leer mal, a leer fuera de lugar, a relacionar series imposibles. La marca de esta autonomía absoluta del lector en Borges es el efecto de ficción que produce la lectura.” (28) Traigo a colación estas lúcidas convergencias porque me parece justo que “nuestro lector” sepa con certeza que doy noticias de un libro que lo proveerá de valiosos y sustanciales contenidos sobre las vanguardias históricas en general y del Joven Borges en particular. Los textos de García, cada uno y en conjunto, llevan la impronta de su estilo personal, austero, por no decir despojado, en aras del dato preciso y un “obstinado rigor” que atestigua la consistencia y bien temperada erudición, alcanzadas tras muchos años de laboriosas indagaciones con resultados excelentes. En este sentido, hay que anotar que el dispositivo epistemológico de García está en las antípodas de Borges, puesto que sus búsquedas detectivescas suponen una creencia firme en descubrir/hallar la verdad de los hechos, de constatar y corroborar con pruebas fehacientes las hipótesis de investigación. Por esta vía, el fino olfato, entrenado y sagaz, del sabueso-lector García ejerce una prosa diáfana, informativa y exenta de barroquismos ambiguos.
En esta publicación incorpora artículos, reseñas, colaboraciones, conferencias, etc., conformando un conjunto heterogéneo en cuanto a los asuntos y aspectos encarados, sin embargo completamente congruente al diseñar una armoniosa constelación de temas relacionados con las tempranas intervenciones de Borges en el ámbito artístico vanguardista. Estimo que resulta inconducente consignar in extenso la profusa variedad de temas incorporados, por tanto intentaré dar cuenta de las principales características de los estudios emprendidos por García. En un primer acercamiento se advierte un discurso muy controlado, con proliferación de datos, fuentes mencionadas con puntilloso cuidado, ensamble de informaciones que admiten otras noticias sobre la cuestión y conjeturas factibles para nuevas interpretaciones; el cuerpo textual remite a cada paso a notas que resultan siempre útiles, suman conocimiento y abren otras perspectivas. Simultáneamente va señalando errores, equivocaciones e imprecisiones tanto en documentos como en otros autores. Dicho esto, incursiono de modo transversal en el armado complejo de la trama urdida con redes correlacionadas y entrelazadas con ejemplar destreza e idoneidad, muestra de una competencia altamente calificada tanto en la materia como en el oficio. Así entonces, me animo a discriminar los siguientes ejes de lectura con miras a facilitar el acceso a la riqueza informativa entrecruzada en cada texto:
Redes del ámbito público: revistas, libros, documentos, proclamas, manifiestos, grupos, tertulias, editoriales, editores, diarios, avisos, direcciones, lugares, etc. El despliegue de tales menciones permite poner en escena un panorama de la intensa actividad artística y dinámica interactiva de los diferentes movimientos, propuestas artísticas, como así también de ciudades-clave para el intercambio entre España, Argentina, México, Bélgica, Alemania y Francia.
Redes del ámbito privado: cartas, postales, esquelas, dedicatorias, etc. Cabe destacar que García se especializa en la compilación e investigación de epistolarios de protagonistas de las vanguardias históricas (cf. su bibliografía). Esta urdimbre aporta sutiles contrapuntos entre lo público y lo privado: rumores, adhesiones, complicidades, amiguismos, tráfico de influencias, tirrias personales, tensiones, rivalidades y conflictos.
Redes bibliográficas/documentales: fuentes primarias y secundarias, colecciones, fuentes hemerográficas, archivos, museos, reservorios, páginas WEB, links, etc. seguramente me quedo corta en las menciones pero el objetivo consiste en indicar un aspecto relevante de la compleja factura textual.
Redes nominales: nombres propios de integrantes y agentes de las vanguardias históricas, una gran cantidad de nominaciones que personalizan los desempeños, relevan autorías, develan anonimatos, rescatan olvidos, etc. Esta red también incluye la nómina contemporánea de investigadores, estudiosos y coleccionistas que se ocupan de los diversos temas, información práctica que contribuye notablemente con el desarrollo de las investigaciones.
Esta escueta enumeración, seguramente insuficiente, al menos me autoriza a espiar el taller de trabajo intelectual de García: singular, políglota, privado y en cierto modo artesanal, sin ningún menoscabo, por el contrario, un trabajo en proceso continuo de perfeccionamiento, silencioso, libre, autónomo y a la vez comunicado con el resto del mundo. Se constata una gran habilidad para conectar con centros y estudiosos, con los que colabora y a la vez colaboran con sus proyectos. Junto a su nombre siempre anota: Hamburgo, ciudad de residencia, cual sello diferenciador de su lugar en el mundo y de su condición intelectual situada, detalle no menor en el desapego global de la tarea.
Cabe destacar el trabajo realizado por la Editorial Alción, con una sobrecubierta blanca, siguiendo el diseño de Colección, ilustrada con foto de un texto antiguo, del mismo García, cubierta muy sobria en gris acerado y diagramación del cuerpo textual impecable.