Autor: Toledo Fernando G.
ISBN: 978-987-646-353-9
Cant de Páginas: 69
Tapa:
Medidas: 19 x 13
Fernando G. Toledo nació en San Martín (Mendoza, Argentina) el 22 de junio de 1974.
Ha publicado, en poesía: Hotel Alejamiento (Diógenes, 1998), Diapasón (Libros de Piedra Infinita, 2002), Secuencia del caos (Gran Premio Vendimia de Poesía, Ediciones Culturales, 2006) y Viajero inmóvil (Libros de Piedra Infinita, 2009). Además, su relato La luz mala integró el volumen colectivo Mitos y leyendas cuyanos, publicado por Alfaguara en 1998.
Es licenciado en Comunicación Social. Está a cargo de la sección de espectáculos y cultura del Diario Uno de Mendoza y es periodista de Radio Nihuil y Canal 7 Mendoza.
Además, es creador (junto con Hernán Schillagi) de la editorial Libros de Piedra Infinita y dirige con su colega la revista virtual de poesía El Desaguadero.
Su blog Razón Atea es una referencia en español en la temática de religión y ateísmo.
Contratapa:
Nacido en 1974, Fernando G. Toledo se encuentra ahora en esa edad, el mezzo del cammin dantesco, en que uno tiende naturalmente a preguntarse sobre la dirección y el significado de ese camino.
Y, efectivamente, este «mortal en la noche» del título se interroga, sin premura ni ansiedad, acerca del sentido de las cosas, y el suyo propio («todo el tiempo pregunto por mí mismo»). Trata de rastrearlo en ciertas experiencias artísticas (una película, una música), pero también en sucesos cotidianos; entre ellos, y particularmente, el gesto mismo de escribir. Afirma sin jactancia su propia falta de fe en soluciones trascendentes; pero, quizá precisamente a causa de ella, no renuncia a entender qué dice, y qué oculta, ese rastro fugaz que los seres y las horas nos dejan entre los dedos: «acaso un símbolo diferente / en cada cosa muerta».
Y es que, desde esa mirada suya, escéptica y lúcida, se sabe y se siente solidario de todo cuanto existe, y que por existir está, como él mismo, condenado a no ser, continuamente prometido a su propia ausencia: «oigo, sin ver, cómo todo se va». Quiere, en sus poemas, «cantar su propia finitud, celebrar lo que va a perderse»; porque esa fugacidad, que todo lo vuelve aun más valioso, hace también de cada instante, y sin remedio, una pregunta. De esa honda y serena inquietud, de esa valerosa afirmación sin esperanza, está tejido este libro.
José Cereijo