Autor: Groisman Daniel
ISBN: 978-987-646-522-9
Cant de Páginas: 73
Tapa:
Medidas: 20 X 113
Daniel Groisman nació en mayo de 1983, en un hospital de Córdoba que nunca volvió a visitar. Padece una ira prediluviana hacia la desidia gubernamental de la provincia, aunque no piensa mudarse por temor a que, en el momento en que lo haga, la cosa cambie. Ese temor a ser la causa de un cambio que lo excede, como el movimiento de los astros excede a las elipses de una mosca, no puede estar sostenido sino en un narcisismo que busca cincelar de a poco, tallando una figura de sí mismo que no parezca narcisista.
Quisiera ser muchas cosas: político, dramaturgo, psicoanalista, deportista. Quizá todo menos filósofo. Por eso hace un doctorado en filosofía y a veces va a congresos, para inmunizarse. Le gustaría poder escribir sin pensar, pero casi siempre le sucede lo contrario, pensar sin escribir. Ha publicado La tumba de Faulkner por Alción en 2010.
Contatapa
Un entusiasta poeta norteamericano aspiraba en uno de sus versos a que “del conjunto surja, se eleve y se cierna al fin una esférica imagen armoniosa”. Doscientos años después resulta improbable sostener lo mismo. Nosotros decimos: aquí no hay voluntad de armonía, de esfera, de conjunto, de elevación y de fin. Este libro consiste, más bien, en una serie de relatos que, como una alfombra, se pliegan y despliegan sobre su roja ignorancia. Haciendo un uso de la lengua que busca propiciar más las formas huérfanas y expansivas del sonido que los retoños de un matrimonio contenido.
Pertenecemos a una época en la que la muerte es también una variable informática, por eso es posible un cuento como “Lápida en Facebook”. Existen hoy los números de teléfono gratuitos para monitorear y acceder al consumo de productos de la industria del sexo, de allí que incluyamos un relato llamado “0-800 muñeca”. Por último, el campo de la existencia está minado en toda su extensión, lo que nos lleva a Fotogramas de ruina, una secuencia de imágenes que, si bien no exploran la posibilidad latente de una hecatombe mundial, disponen una muestra itinerante por cierta tragedia estética (o estética trágica).
Esos son tres títulos tomados al azar. Hay otros. Sin embargo, mejor es no insistir demasiado en el contenido. Hacerlo sería creer que las palabras de esta contratapa son un dedo que enseña desde fuera el interior del libro. Cuando, en realidad, aun si concediéramos que se trata de un dedo, de él nada podría deducirse.